EETP Nº 460 - Guillermo Lehmann
+54 03492 502134 / 422132

Paso a la inmortalidad del General Don Martín Miguel de Güemes

Desde el año 1999, y mediante la Ley 25.173, en la Nación Argentina se conmemora el Día Nacional de la Libertad Latinoamericana, en conmemoración al fallecimiento del General Don Martín Miguel de Güemes, quien fuera defensor de la Frontera Norte contra las invasoras fuerzas Realistas, para así permitir al General Don José de San Martín preparar su campaña de liberación de Chile y Perú, concentrándose en El Plumerillo, Mendoza, libre de hostigamiento enemigo, para preparar al Ejército Libertador, o Ejército de Los Andes, que debía cruzar la Cordillera de Los Andes para iniciar la definitiva liberación del sur sudamericano.

Fue Don Martín Miguel Juan de Mata Güemes Montero de Goyechea y la Corte, tal era su completo y aristocrático nombre, quien con su actuación militar en las actuales fronteras del norte, quien defendió a todas las provincias argentinas impidiendo su desunión y actuando en comunión con los ideales de otros héroes patrios, tales como Don José de San Martín y Don Manuel Belgrano.

Además de su indispensable función militar, y de un modo que era habitual en esas épocas, fue también, durante seis años, gobernador de la provincia de Salta, logrando reformas comerciales y sociales que respondían a los principios revolucionarios de Mayo, lo que atentaba contra algunos latifundistas y contrabandistas de la región. Con muy escasos recursos Güemes libró una casi muy bien planificada guerra defensiva, conocida hoy como Guerra Gaucha, y manteniendo con ello al resto del territorio argentino inmune a las constantes invasiones realistas.

Después de la Revolución de Mayo de 1810 la Primera Junta envió la Primera expedición auxiliadora al Alto Perú, y el joven capitán Martín Miguel de Güemes, que era integrante del Ejército del Norte, fue puesto al mando de un escuadrón gaucho en la Quebrada de Humahuaca, Jujuy, y en los valles de Tarija y Lípez, impidiendo la comunicación entre los contrarrevolucionarios y los realistas altoperuanos.

En fecha tan temprana como el 7 de noviembre de 1810, se dio la batalla de Suipacha, la cual resultó ser el único triunfo de las armas patriotas durante esta primera expedición, la participación del capitán Güemes fue decisiva.

Tras ese triunfo, Güemes permaneció en la zona de la Quebrada hasta después de la derrota de los ejércitos de las provincias "de abajo" en la Batalla de Huaqui, el 19 de junio de 1811 y prestó su ayuda a los derrotados que huían; allí comenzó su famosa guerra de recursos, con la que posiblemente retrasó el avance de partidas realistas antes de la llegada del ejército principal, que mandaba el general Pío Tristán. No tardó Güemes de hacerse tristemente célebre para los militares españoles.

Con su colaboración, el general Juan Martín de Pueyrredón logró atravesar la selva de Orán y salvar los caudales de la Ceca de Potosí, que estaba en poder de los realistas.

Güemes, siguiendo órdenes de Eustoquio Díaz Vélez, el 18 de enero de 1812 recuperó Tarija para los patriotas, que previamente había caído en poder realista, de los partidarios del virrey del Perú José Fernando de Abascal. Díaz Vélez le mandó entonces a reintegrarse al ejército, llevándose con él 300 hombres, 500 fusiles y 2 cañones. 

Sin embargo, los revolucionarios fueron obligados a retirarse a San Salvador de Jujuy debido al avance de las tropas realistas numéricamente superiores que comandaba el general José Manuel de Goyeneche.

Fue recién cuando el General Don Manuel Belgrano asumió el mando del Ejército del Norte e inició la Segunda expedición auxiliadora al Alto Perú, que aquel ordenó el traslado de Güemes, por indisciplina, causada por una discusión sobre mujeres entre oficiales bajo su mando, que éste permaneció en Buenos Aires, agregado al Estado Mayor General, lo que representó la oportunidad para este hábil soldado de caballería, y que sería el inicio de una las gestas patrias más épicas de la historia argentina.

Al conocerse en Buenos Aires el desastre patriota de la batalla de Ayohuma, Güemes fue ascendido a teniente coronel y enviado al norte, como jefe de las fuerzas de caballería del General Don José de San Martín, el nuevo comandante del Ejército del Norte en relevo del derrotado Manuel Belgrano.

En esta Tercera expedición auxiliadora al Alto Perú se hizo cargo de la vanguardia del ejército reemplazando en ese puesto a Don Manuel Dorrego, otro brillante oficial del Ejército que había sido desterrado por problemas de disciplina. Y fue allí que Güemes recibió la encomienda de marchar sobre Salta, siendo de ese modo como presentó ante los salteños, como el protector de los pobres y el más decidido partidario de la Revolución, lo que conllevó la animosidad de muchos adinerados latifundistas, no logrando de ellos nuevos aportes de recursos de para la causa.

San Martín le encomendó el mando de la avanzada del río Pasaje (o río Juramento, porque en sus márgenes el general Belgrano había hecho jurar obediencia al gobierno de Buenos Aires, la Asamblea del Año XIII, y a la Bandera Nacional). Poco después, asumía también el mando de las partidas que operaban en el Valle de Lerma en el que está situada la ciudad de Salta. De este modo iniciaba la Guerra Gaucha, ayudado por otros caudillos, como Luis Burela, Saravia, José Ignacio Gorriti o Pablo Latorre. A partir de allí se dio inicio a una larga serie de enfrentamientos, casi diarios, que consistían apenas en cortos tiroteos seguidos de retiradas, sin llegar a esperar respuesta enemiga ni tratar, mucho menos, de sostener la posesión del terreno, conscientes del mayor poder enemigo. En esas condiciones, unas fuerzas poco disciplinadas y mal equipadas pero apoyadas por la población podían hacer mucho daño a un ejército regular de invasión. Güemes supo armarse de expertos tiradores y caballistas, los cuales fueron la base no sólo de su ejército, sino del plan de lucha y tácticas empleadas.

Tal era la eficacia de las tropas y tácticas por Güemes empleadas, que el general español García Camba escribió que "Los 'gauchos' son gente de la tierra con buenos caballos, y armados con cuchillos o sables, fusiles o carabinas, que usan alternativamente sin desmontar. De sorprendente agilidad, rodean a nuestras tropas con tanta confianza, gracia y gallardía que nuestros soldados europeos no pueden por menos que admirar a estos caballistas extraordinarios... Son individualmente valerosos, y su habilidad ecuestre es... perfecta. Uno de sus trucos más peligrosos es su habilidad para dispersarse y reagruparse otra vez para atacar de nuevo, unas veces montados y otras a píe, guareciéndose tras sus caballos y disparando como las mejores tropas de infantería", siendo que otro comandante español de esa época, que no ha podido ser identificado a pesar de su escrito dirigido al comando realista lograr sobrevivir, respecto a las tácticas de Güemes aseguraba que "esta guerra irregular nos cuesta tanto que nuestros ejércitos, sin haber llegado a luchar en una batalla, decisiva, se deshacen como nieve bajo el sol del verano".

Con sus tropas formadas por gauchos del campo, rechazó el avance del general Joaquín de la Pezuela y posibilitó el inicio de un nuevo avance hacia el Alto Perú. Bajo el mando del general José Rondeau tuvo un papel destacado en la victoria de batalla de Puesto del Marqués. Pero, indignado por el desprecio que mostraba éste por sus fuerzas y por la indisciplina del ejército, se retiró del frente hacia Jujuy. Daba por descontada la derrota del Ejército del Norte en esas condiciones, y consideró que en ese caso, necesitaría luego a todos sus hombres.

Al pasar Güemes por Jujuy se adueñó del armamento de reserva del ejército; al enterarse, Rondeau -que era también el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata- ¡lo declaró traidor!

La vuelta de Güemes a Salta se debía, además de motivaciones militares, también a razones políticas, que se sumaban a sus propias aspiraciones al poder, ya que deseaba desplazar al partido conservador del gobierno salteño, algo indispensable para alcanzar los objetivos propuestos, dada la resistencia de la oligarquía pro-realista a apoyar la Revolución.

La noticia de la caída del Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata Carlos María de Alvear le quitó autoridad al gobernador intendente Hilarión de la Quintana. Por otra parte, Quintana no estaba en Salta, sino que había acompañado a Rondeau -que había sido nombrado Director Supremo, aunque reemplazado interinamente por un sustituto- en su avance hacia el Alto Perú.

Fue así que cuando Güemes llegó a Salta, el pueblo ganó las calle y reclamó al cabildo el nombramiento de un gobernador, sin participación del Directorio. Además de ser el único candidato a la vista, Güemes tenía a su favor la presencia de su hermano, el doctor Juan Manuel Güemes, como uno de los miembros del cabildo para ese año. Éste eligió a Martín Miguel de Güemes con el título de Gobernador Intendente de Salta, jurisdicción integrada entonces por las ciudades de Salta, Jujuy, Tarija, San Ramón de la Nueva Orán y varios distritos de campaña. 

Era la primera vez que las autoridades de Salta eran elegidas por los propios salteños desde 1810 lo que significó la autonomía de Salta en franca desobediencia a la autoridad del Directorio. Pero el Cabildo de Jujuy no lo reconoció como gobernador. Frente a esta negativa y aduciendo la amenaza de un ataque realista sobre la ciudad, avanzó con sus tropas hasta Jujuy, con lo que presionó a sus habitantes y de esta forma logró hacer que el Cabildo lo aceptara.

De todos modos, el teniente de gobernador local, Mariano de Gordaliza no podía ser considerado un subordinado complaciente de Güemes. Dos semanas después de asumir el gobierno, Güemes contrajo matrimonio con Carmen Puch, miembro de una acaudalada familia con intereses en Rosario de la Frontera, y con quien luego tuvo a su hijo, Martín Güemes y Puch. Contó también Güemes con su hermana María Magdalena "Macacha" Güemes (nacida en Salta el 11 de diciembre de 1787, y fallecida en la misma ciudad el 7 de junio de 1866) como una de sus principales colaboradores para su nuevo rol político.

Poco después de su llegada al poder y de saber la reacción negativa de Rondeau, llegó a Tucumán una fuerza desde Buenos Aires que iba en apoyo del Ejército del Norte, al mando de Domingo French. Pero como éste tenía instrucciones de derrocar a Güemes al pasar por Salta, le negó el paso hasta que lo hubo reconocido como gobernador. Pero ya era tarde: cuando llegaron a Humahuaca, se enteraron de la derrota de las fuerzas patriotas comandadas por Rondeau en la Batalla de Sipe Sipe, el 29 de noviembre de 1815. Este nuevo triunfo de los realistas significó la pérdida definitiva del Alto Perú debido a las diferencia surgidas entre Rondeau y Güemes.

Rondeau, enfurecido con Güemes por la revolución en Salta y por haberle impedido llegar refuerzos, retrocedió a Jujuy. Con apoyo del teniente de gobernador Gordaliza, se trasladó hasta Salta y ocupó la ciudad. Pero enseguida se vio rodeado por las guerrillas gauchas y tuvo que capitular, firmando con Güemes el ya referido Tratado en Cerrillos, reconociéndolo como gobernador y encargándole la defensa de la frontera. Ese fue el comienzo del fin de Don Martín Miguel de Güemes.

Poco después, Rondeau era reemplazado por el General Manuel Belgrano en el Ejército del Norte, y por Pueyrredón en el Directorio. Pero no habría más expediciones al Alto Perú. Fue entonces cuando las milicias gauchas al mando del salteño pasaron a desempeñarse como ejército en operaciones continuas.

Güemes y sus gauchos detuvieron otras seis poderosas invasiones al mando de destacados jefes españoles. La primera, en enero de 1816, estuvo encabezada por el experimentado mariscal José de la Serna e Hinojosa, el cual, al mando de 5500 veteranos de guerra, partió de Lima asegurando que con ellos recuperaría Buenos Aires para España.

Las fuerzas de José de la Serna iban a marchar sobre Mendoza, para destruir el campamento de El Plumerillo, antes de dirigirse hacia Buenos Aires, un ambicioso plan que iba a chocar con un imbatible obstáculo, los gauchos de Güemes. Tan pronto entrar en territorio hostil, las fuerzas realistas comenzaron a ser atacadas por partidas de gauchos, que golpeaban y se replegaban, generalmente atacando a las avanzadas españolas o a las patrullas de suministro, lo que conllevó falta de provisiones y una inevitable caída de la moral.

El 28 de febrero de 1816 una fuerza de sólo 150 gauchos al mando del coronel Manuel Eduardo Arias atacó una posición española y tomó 95 prisioneros, armas, municiones, artillería y gran cantidad de ganado ovino y vacuno, en lo que supuso un irreparable revés para el comandante español. Consiguió no obstante, abrirse paso hasta la ciudad de Salta, pero allí se vio cercado por las fuerzas de Güemes, que ocupó Humahuaca, y venció a uno de los regimientos realistas en San Pedrito; y para principios de mayo el hambre obligó a de la Serna a retirarse, Pero Güemes no iba a permitir que huyeran. Los realistas lograron llegar a Tupiza, siendo hostigados constantemente, y estando para entonces totalmente desarticulados como fuerza de combate. Habían sido aniquilados. Fue entonces cuando Güemes alcanzó el entorchado de general y una medalla, y sus gauchos se ganaron el nombre de "Infernales".

Meses después le llegó el turno al general Pedro de Olañeta, enemigo acérrimo del salteño, quien volvió al ataque y capturó al más importante de los segundos de Güemes, el general Juan José Feliciano Alejo Fernández Campero, popularmente conocido como el Marqués de Yavi, jefe de la defensa de la Puna. Sin embargo, Olañeta no pudo progresar más allá de Jujuy, y sus fuerzas sufrieron espantosas pérdidas a manos de los Infernales.

Es de destacar que toda la población participaba en la lucha: los hombres actuando como guerreros, mientras que las mujeres, los niños y los ancianos lo hacían como espías o mensajeros. Las emboscadas se repetían en las avanzadas de las fuerzas de ataque, pero más aún en la retaguardia y en las vías de aprovisionamiento. Cuando los realistas se acercaban a un pueblo o a una hacienda, los habitantes huían con todos los víveres, el ganado, cualquier cosa que pudiese ser útil al enemigo.

Esta clase de lucha arruinó la economía salteña, pero nadie se quejaba, al menos en las clases populares. Jamás obtuvo apoyo económico del gobierno del Directorio y la ayuda que le prestó el Ejército del Norte fue muy limitada, por lo cual, decidiría legalizar monedas privadas locales circulantes desde 1817 que se extendían por todo el noroeste argentino.

El área patriota del noroeste incluía los territorios de Atacama (desde hacía un año), Tarija desde el 15 de abril de 1817, luego de la derrota realista en la batalla de La Tablada de Tolomosa, siendo el comandante de las fuerzas independentistas Gregorio Aráoz de Lamadrid, apoyado por las fuerzas gauchas locales comandadas por Francisco Pérez de Uriondo, Eustaquio Méndez y José María Avilés, y desde el 11 de junio de este último año, también al territorio de Chichas.

La incursión más importante fue la que mandó el segundo de De la Serna, general Juan Ramírez Orozco que en junio de 1820 avanzó con 6500 hombres. En todas las incursiones Güemes obligó al enemigo a retroceder después de haber tomado Salta y Jujuy.

Si bien la estructura militar de entonces no contemplaba un Estado Mayor, en la práctica Güemes contaba con cuadros superiores organizados, entre los que se encontraban Fernández Campero, el coronel Pérez de Uriondo, responsable militar de Tarija, el coronel Manuel Arias, a cargo de Orán, y el coronel José María Pérez de Urdininea, proveniente de las filas del Ejército del Norte, en Humahuaca. En el valle de Jujuy estuvieron los coroneles Domingo Arenas en Perico y el teniente coronel Eustaquio Medina, a cargo del río Negro. Más movilidad tenían otros jefes, como José Ignacio Gorriti, Pablo Latorre o José Antonio Rojas. El frente de combate a su cargo tenía una extensión de más de setecientos kilómetros, desde Volcán hasta más allá de San Ramón de la Nueva Orán, y se conoció como Línea del Pasaje.

El papel de Güemes en el conjunto era el de organizar la estrategia general y financiarla. Pero tenía un detalle curioso: sus hombres se hubieran hecho matar por él, pero él mismo nunca entraba en combate. En realidad nunca se lo reprocharon ni le exigieron que los acompañara. Por esta causa es que sus enemigos y los historiadores del siglo XIX lo acusaran de cobarde, no siéndolo, ya que era hemofílico. Cualquier herida le hubiera causado la muerte, de hecho, una herida sin importancia en la cadera es la que lo iba a matar, pereciendo desangrado.

El 8 de febrero de 1785 nacía Martín Miguel de Güemes en Salta, Virreinato del Río de La Plata, quien llegaría a ser futuro General del Ejército Argentino y mártir por la Independencia Nacional.






17 de Junio de 2021

Paso a la inmortalidad del General Don Martín Miguel de Güemes Paso a la inmortalidad del General Don Martín Miguel de Güemes Paso a la inmortalidad del General Don Martín Miguel de Güemes Paso a la inmortalidad del General Don Martín Miguel de Güemes